sexta-feira, 7 de fevereiro de 2014

VACACIONES INFERNALES

En 2012, decidí ir de viaje al Rio de Janeiro para ver un concierto musical de un cantante canadiense llamado Michael Bublé. Yo estaba demasiado feliz en realizar este viaje porque era la primera  vez que iba en avión para un sitio más lejos de mi ciudad,  también por tener la oportunidad de estar en un concierto internacional y además poder conocer la "ciudad maravillosa" tan cantada por todos los artistas del mundo.

A pesar de tantas perspectivas muy buenas, las cosas no sucedieron de todo sencillas.

Primero, en el camino para el aeropuerto, yo enfrenté un embotellamiento terrible que me retrasó en una hora y media. Yo debería llegar a las dos y cuarto para hacer el check in con una hora de antecedencia, pero llegué allá a las cuatro menos cuarto, o sea, ¡quince minutos después del embarque! Tuve que remarcar  el billete para tres horas después y pagar una diferencia de casi dos cientos reales. 

El viaje ya empezó mal, porque yo me quedé mareado y con jaqueca. En la hora de la merienda, la azafata me ofreció un bocadillo de queso con jamón que estaba con un mal olor y sabor. Solamente bebí el zumo de naranja.

Cuando desembarqué en el Aeropuerto Galeão, fui a esperar mi equipaje y no la encontré, porque ella no estaba en el avión. Tuve que ir a el sector de reclamaciones para registrar la ocurrencia, es decir, llegué bastante aburrido y sin mis cosas, mis ropas y otros objetos.  Tuve que comprar todo en el centro comercial, desde calzoncillos hasta zapatos, camisas, pantalones y perfume.

Pasados todos los problemas, llegó la hora de ir al concierto. En la entrada, descubrí que había olvidado mi tarjeta de identificación de estudiante. Perdí mi billete de media entrada para la primera hilera y tuve que comprar otro por el doble del precio en la décima hilera.

A pesar de todo, el concierto fue muy bueno y me hizo olvidar parte de los problemas ocurridos. 

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